
Aprender a ceder… y también a dejar de hacerlo
junio 16, 2025
Hablemos del Estrés Postraumático
julio 1, 2025A veces parece que todo va bien. Conoces a alguien, te sientes visto, cuidado, querido. Y de pronto… algo se enciende adentro.
Una incomodidad, una sospecha, un impulso por tomar distancia, aunque no haya pasado nada. Te encuentras dudando, poniendo excusas, apagando la llama que recién empezaba a prenderse.
Y no lo entiendes. Te dices cosas como: “Otra vez lo mismo”, “Siempre arruino todo”, “Debo tener algo mal”. Pero lo que quizás no ves —o no te enseñaron a ver— es que eso que llamas “autosabotaje” no es una falla, ni un castigo.
«Es una forma de defensa. Una reacción de tu sistema emocional frente a un miedo muy profundo: el de ser abandonado».
No hablamos del miedo a que un vínculo se termine sin más. Hablamos del miedo a que, si te abres, si te muestras, si te entregas, el otro vea algo de ti que no le guste, y te deje. O peor: que se quede, pero no te vea. Que te quieras quedar, pero no puedas sostenerlo.
Entonces, antes de que pase… mejor cerrarse. Mejor alejarse. Mejor cortar.
El problema es que esa defensa —aunque tiene lógica— también duele, porque en el fondo no querías que se terminara. Querías sentirte seguro, pero terminaste solo. Querías que funcionara, pero algo dentro tuyo se sintió en peligro y activó la huida. Y después, la culpa. El vacío. La sensación de haber destruido algo que pudo ser real.
Muchos de estos patrones tienen raíces viejas. A veces tan viejas que ni siquiera las recuerdas. Creciste en un entorno donde no había suficiente presencia emocional. O donde el amor venía con condiciones, castigos, abandonos reales o emocionales.
Y entonces, el mensaje que aprendiste fue claro: “Si me muestro tal como soy, me van a dejar.”
«Desde ese lugar, los vínculos cercanos se viven como un riesgo constante. Y aunque una parte tuya desee amar, otra se encarga de evitar que el corazón se exponga».
Por eso, te aburres rápido. Eres exigente. No te alcanza y si te alcanza, no lo soportas. No es que no quieras vincularte, es que tu cuerpo, tu historia, tu herida… tienen miedo. Y no estás solo en eso.
Muchísimas personas viven esto en silencio, pensando que su problema es que “no sirven para el amor”. Y no. Lo que no sirve es amar desde la herida sin darnos cuenta. Porque entonces no amamos: reaccionamos.
La buena noticia es que se puede hacer algo. No desde la autoexigencia, sino desde el cuidado. Empezar a reconocerte, a nombrar lo que sientes sin juzgarlo. A darte cuenta de que esa incomodidad que aparece cuando alguien te quiere no es rechazo real. Es miedo. Y que no tienes que actuar siempre desde el miedo.
Quizás no sabes cómo sostener un vínculo cuando hay afecto verdadero. Pero puedes empezar a aprender. Con tiempo. Con espacio. Con alguien que no se ofenda por tus defensas, sino que entienda que detrás de ellas hay una historia.
«La terapia ayuda. No porque te va a dar una fórmula, sino porque te va a dar un lugar seguro para mirar tu historia sin escapar. Y a veces, eso es lo que más necesitamos: un lugar donde no nos apuren, donde no tengamos que fingir que podemos con todo».
Nadie tiene todo resuelto. Y a veces, el acto más valiente no es sostener un vínculo. Es quedarte un ratito más cuando quieres salir corriendo. Es decir lo que sientes antes de que el miedo decida por ti. Y es volver a ti, no para exigirte, sino para abrazarte justo ahí donde empiezas a desconfiar.
Tal vez no se trate de amar sin miedo. Sino de amar incluso con miedo, sabiendo que no todo lo que duele es peligro. Y que no todo lo que se acerca, viene a herirte.
A veces, lo único que necesitas para dejar de sabotear tus vínculos es dejar de dejarte solo.
Equilibrio Mental Health, equilibrando emociones.
equilibriomentalhealth@gmail.com